EL
MUNDO
22 septiembre
2023
¿Tiene
algún sentido pincharse bótox antes de cumplir 30 años?
Ariana Grande acaba de confesar entre
lágrimas que empezó demasiado pronto con los retoques estéticos. A Sofía
Suescun le 'ha caído la del pulpo' por decir que se pinchado la toxina
botulínica para que "no se note la edad". Pero ¿a qué años
recomiendan los médicos para iniciarse en tratamientos cuyo objetivo es frenar
la 'consolidación' de las arrugas de expresión? Si es que, claro está, lo que
se quiere es evitarlo.
El hecho de que una mujer de 30 años y de fama planetaria
como Ariana Grande confiese entre lágrimas que comenzó a pincharse toxina
botulínica "demasiado pronto" da qué pensar. Porque si, ya de por sí,
se podría creer que, recién inaugurada la treintena, nuestros rostros suelen
lucir frescos y lozanos por naturaleza, la reflexión se 'pone densa' si se
tiene en cuenta que, cuando la celebérrima cantante, actriz y empresaria
estadounidense dice que empezó "demasiado pronto" a someterse a
retoques estéticos (labios, etc.), se refiere a que, por aquel entonces, tenía
17 años.
Más allá del 'postureo' y de lo chocante (aunque rentable
desde el punto de vista de la imagen) que resulta que una chica de 30 años
hable de lo "hermoso que es envejecer", como si fuera algo que
estuviera experimentando ya en su tersa epidermis, lo que sí vendría bien
saber, en palabras de los especialistas estéticos, cuándo es "demasiado
pronto", si existe una edad 'recomendable' o qué pasa si, como Ariana
Grande, nos dejamos de pinchar de repente.
Antes de entrar en faena, José Barbosa, médico estético,
fundador de Clínica Kire y formador en Merz Aesthetics, nos recuerda que "lo primero que hay que
dejar claro es que la toxina botulínica es un medicamento y, como tal. se utiliza en un gran abanico de edades. Por ejemplo, en casos
de niños con estrabismo, en hipersudoración, en
distonía cervical...".
En el mundo de la medicina estética, la toxina, además de a
maduritos y maduritas, también "se inyecta a gente joven (entre los 20 y
30 años) que tiene arrugas dinámicas suaves para evitar que esas líneas se
vuelvan más marcadas".
Lo idóneo, apunta, sería empezar a los 30. "Se dice que
esa es una buena edad para empezar a cuidarse, pero, cuidarse, hay que cuidarse
siempre. No sólo con el tratamiento de toxina, sino también con una buena
rutina de 'skincare'".
No obstante, advierte, "cuanto antes se empiece (entre
los 20-25 años), las dosis de toxina serán menores en el futuro, porque las
arrugas no estarán tan marcadas". Es más, prosigue, "siendo mayor de
edad y en manos de un buen profesional que determine las necesidades del
paciente, puede ser antes".
Alba Calleja, dermatóloga experta en estética en la Cínica
Morales Raya, explica algo que, aunque sabido, nos ayuda a entender mejor el motivo
por el que se recomienda pinchar la toxina antes de lo que se podría pensar.
"La contracción de ciertos músculos de forma repetida en el tiempo
ocasionará que las arrugas llamadas de expresión (que solo se marcan al hacer
ciertos gestos) terminen por convertirse en arrugas en reposo. El tratamiento
con toxina botulínica o botox tiene como objetivo,
precisamente, relajar la contracción muscular para evitar que esto ocurra. Por
tanto, es ideal emplearlo de forma precoz, cuando todavía no tengamos arrugas
en reposo, para lograr una mayor efectividad a largo plazo. Podríamos decir que
en casos en los que las arrugas apenas se marquen con la expresión, podemos
esperar para comenzar a tratar con toxina botulínica".
¿Qué otros factores, además de la fecha de nacimiento, hay
que tener en cuenta? "¡Todos! Los efectos de la toxina dependen de
múltiples condicionantes, fundamentalmente, del tipo de musculatura que tenga
el paciente. Influyen el sexo, la edad, la raza, la temperatura, el estrés
emocional. Obviamente, el médico que inyecta y la técnica de infiltración
desempeñan un papel clave. También, la toxina botulínica que utilizamos, porque
hay diferentes tipos con unas características particulares. Entran en juego
tantos elementos que es difícil hacer el mismo tratamiento entre una persona y
otra. Por eso, es clave llevar a cabo una buena valoración previa y decidir
dónde, cuánto y para qué inyectamos", apunta el doctor Barbosa.
En este sentido, la doctora Calleja hace hincapié en que
"la expresividad del paciente y su nivel de mímica influirán mucho en la
aparición de arrugas y, por tanto, habrá más riesgo de que estas con el tiempo
aparezcan también en reposo. También, la calidad de la piel puede relacionarse
con la aparición más precoz de arrugas, como ocurre, por ejemplo, en pieles más
secas".
Ana Díez, doctora especialista en medicina estética y
divulgadora médica en Merz Aesthetics, comparte la
opinión de sus colegas. "La edad no debería considerarse un factor
determinante a la hora de empezar el tratamiento con toxina botulínica.
Determinar el momento ideal para comenzar depende de cada paciente, su piel, su
fuerza muscular y de otros factores externos. Lo importante es prevenir cuando
empiezan a aparecer las arrugas estáticas y evitar que vayan a más".
¿Cuáles son los límites, entonces, que deberíamos tener en
cuenta en este asunto? "El límite, para mí, estaría en no llegar al efecto
de 'cara congelada'. Pero, en cuanto a edad, no hay límite. Yo siempre soy
partidario de los resultados naturales y no ofrecer tratamientos que la gente
no necesita, solo por ganar dinero", asevera Barbosa.
Llegados a este punto, toca hablar de esa 'huella estética'
que, afortunadamente, cada vez se tiene más en cuenta a la hora de 'prescribir'
protocolos estéticos. "Obviamente, lo ideal es que cualquier tratamiento
de medicina estética tenga una huella estética positiva. En el caso de la
toxina botulínica, si realizamos el tratamiento de manera continuada,
conseguiremos que las arrugas no se queden marcadas en reposo, pero tenemos que
espaciar los tratamientos al menos cuatro a seis meses para que el músculo no
se debilite. Si somos constantes, conseguiremos una piel lisa y con buen
aspecto a largo plazo y, cada vez que nos realicemos el tratamiento, estaremos
mejor", señala Ana Díez.
La doctora Calleja, por su parte, relata que, "a
diferencia de otros tratamientos, como algunos inyectables en los que el
remanente de acción puede ser prolongado y mantenido muy a la larga, el efecto
de la toxina botulínica suele durar aproximadamente entre seis y ocho meses y,
a partir de ahí, el bloque muscular se va relajando progresivamente". Si
se tratara, de nuevo, a un mismo paciente antes de que haya transcurrido ese
tiempo, "su efecto sería acumulativo".
¿Qué ocurre si, como en el caso de Ariana Grande, dejamos de
pincharnos la toxina? "Si, en algún momento, decidimos dejar de
realizarnos el tratamiento, volveremos a recuperar la fuerza en el músculo y,
con los meses, se volverán a marcar las arrugas de reposo, pero nunca estaremos
peor que antes. Mientras el músculo está relajado, siempre estaremos ganando
tiempo sin que las arrugas estáticas vayan a más", concluye esta
especialista.