EUROPA
PRESS
18 diciembre
2023
¿La
rosácea tiene curación? 5 motivos por los que no
La rosácea es una patología de la piel
muy común especialmente en mujeres de piel clara, y entre los 30 y los 50 años
de edad. Se caracteriza por un enrojecimiento persistente en áreas como la
nariz, mejillas, frente y barbilla (fundamentalmente en la cara).
Además del enrojecimiento facial, la rosácea puede provocar
inflamación, lesiones cutáneas similares al acné o 'granitos' (pápulas,
nódulos, o pústulas), así como pequeños vasos sanguíneos visibles
(telangiectasias), un exceso de grasa, o incluso un aumento del tamaño de las
glándulas que lo producen; así como sensibilidad cutánea, tal y como señala a Infosalus la doctora Luisa Martos, dermatóloga en el
Hospital Universitario La Princesa de Madrid.
Esta afección puede variar en gravedad, desde episodios leves
de enrojecimiento hasta casos más severos, reconoce esta especialista, y con
cambios en la textura de la piel y en el desarrollo de lesiones cutáneas más
evidentes, inflamatorias, y dolorosas.
"Aunque se desconoce la causa exacta que lo produce
sabemos que hay varios factores implicados en su aparición: los vasos
sanguíneos son más reactivos y están permanentemente más dilatados de lo
normal; exceso de grasa y un aumento del tamaño de las glándulas que lo
producen; presencia de mayor cantidad de demodex, un
ácaro de la piel", agrega este experto.
Si se tiene rosácea mantiene que lo que se notará es la piel
más roja, como con chapetas en la zona de las mejillas y la nariz, y podrán
llegar a aparecer granitos rojos o con pus. "En la zona de las mejillas y
de la nariz podrán verse pequeños vasos dilatados, o 'telangiectasias'",
apostilla.
A juicio de esta doctora es importante tener en cuenta que
la rosácea puede afectar a cada persona de manera diferente, y los síntomas
pueden variar en su intensidad y presentación. Por eso, según insiste, es
recomendable buscar la orientación de un dermatólogo para un diagnóstico
preciso y un plan de tratamiento adecuado.
Se puede controlar
Actualmente, eso sí, la doctora Luisa Martos sostiene que no
existe una cura definitiva para la rosácea. Sin embargo, sí asegura que, con un
tratamiento adecuado, y con la gestión de los factores desencadenantes, los
síntomas de la rosácea pueden controlarse y reducirse significativamente; lo
que en definitiva puede llevar a períodos prolongados de remisión de los
brotes.
"Es esencial entender que la rosácea es una afección
crónica de la piel, lo que significa que puede persistir a lo largo del tiempo
y tener períodos de mejoría y de empeoramiento. Aunque no se puede eliminar por
completo, el tratamiento médico y los cuidados adecuados pueden ayudar a
mantener los síntomas bajo control y a mejorar la calidad de vida del
paciente", celebra la experta del Hospital Universitario La Princesa de
Madrid.
El enfoque del tratamiento, según prosigue, suele estar
dirigido a reducir el enrojecimiento, la inflamación y las lesiones cutáneas,
así como a controlar los desencadenantes conocidos para prevenir la exacerbación
de los síntomas. "El manejo a largo plazo y el seguimiento médico son
fundamentales para controlar y manejar eficazmente la rosácea a lo largo del
tiempo", incide esta dermatóloga.
La importancia del cuidado constante para prevenir
A su vez, considera importante el mantener una comunicación
abierta con un dermatólogo, seguir el plan de tratamiento recomendado, y tomar
medidas preventivas para minimizar los factores desencadenantes que puedan
empeorar la condición. "Con el tratamiento adecuado y el autocuidado
constante, muchas personas con rosácea pueden experimentar mejoras
significativas en sus síntomas y en su calidad de vida", asegura.
La razón por la cual la rosácea no tiene una cura
definitiva, eso sí, dice que radica en la complejidad de su etiología y en su
naturaleza crónica. Con ello, la doctora Martos argumenta que algunos de los
motivos por los cuales la rosácea no tiene una cura definitiva son:
1.
Naturaleza crónica: La rosácea es una enfermedad crónica de
la piel, lo que significa que no desaparece por completo y puede persistir
durante largos periodos.
2.
Mecanismos multifactoriales: La etiología exacta de la
rosácea aún no está completamente entendida; la interacción de múltiples
factores, como la inflamación, la disfunción vascular, los factores
inmunológicos y posibles factores microbianos, hacen que sea difícil encontrar
una solución única o definitiva.
3.
Diferencias individuales: La respuesta al tratamiento y los
desencadenantes varían ampliamente entre los individuos, de forma que lo que
funciona bien para una persona puede no ser tan efectivo para otra.
4.
Factores desencadenantes variables: Los factores
desencadenantes que empeoran los síntomas pueden cambiar con el tiempo, lo que
dificulta el control total de la enfermedad.
5.
Limitaciones en la comprensión: Aunque se ha avanzado en la
comprensión de la rosácea, aún hay aspectos desconocidos sobre su patogénesis y
no se ha identificado una causa única.
"Se están llevando a cabo investigaciones continuas
para comprender mejor la enfermedad y desarrollar enfoques de tratamiento más
efectivos y específicos. Habitualmente, éste se adapta a las necesidades
individuales de cada paciente, y puede variar dependiendo de la gravedad de los
síntomas y de los factores desencadenantes específicos", aclara la
especialista.
Así, menciona que algunos de los tratamientos habituales
utilizados para controlar los síntomas de la rosácea son los medicamentos
tópicos (geles, cremas o lociones, que contienen ingredientes como
metronidazol, ácido azelaico o ivermectina, pueden
ayudar a reducir la inflamación y el enrojecimiento de la piel); antibióticos
orales en casos moderados a severos, con propiedades antiinflamatorias además
de combatir las bacterias; terapia láser o de luz pulsada intensa (IPL) para
reducir el enrojecimiento, las lesiones vasculares visibles y el engrosamiento
de la piel asociado con la rosácea.
A su vez, defiende la necesidad de utilizar productos suaves
y no irritantes para la piel, evitando cosméticos o limpiadores abrasivos que
puedan empeorar los síntomas; medicamentos sistémicos en casos graves, como isotretinoína, que pueden reducir la inflamación y el
desarrollo de lesiones cutáneas; aparte, por supuesto, de evitar factores
desencadenantes personales que empeoran los síntomas, como la exposición al
sol, el estrés, ciertos alimentos o bebidas.