EUROPA
PRESS
28 mayo
2024
La
verdad detrás de Nutri-Score
De acuerdo con la legislación europea
la industria alimentaria puede facilitar información nutricional sobre sus
productos de manera voluntaria, y así es como nació Nutri-Score,
un modelo de etiquetado nutricional frontal (las letras de colores que aparecen
en la parte principal del producto), con idea de favorecer a las opciones más
saludables, y animar a la industria a mejorar la composición de sus productos.
No obstante, desde su puesta en marcha, son numerosos sus
detractores, especialmente dietistas-nutricionistas, como es el caso de Andrea Sorinas. Tal y como nos confiesa en una entrevista con
Europa Press Salud Infosalus
deberían retirarlo porque cree que "hay bastante conflicto de interés detrás"
y sus criterios de selección "no son nada justos".
"En él hay mucha demonización de las grasas, sin
contextualizar el tipo de alimento, además de permisividad con el azúcar, y que
aprueba las harinas refinadas. No puede ser que una coca cola zero light tenga puntuación buena y el aceite de oliva
virgen extra, o un atún en aceite de oliva virgen extra tenga una 'C' o una
'D'", mantiene.
La idea es elegir el producto más saludable
Nutri-Score, según explica en su
libro 'El libro que la industria alimentaria no quiere que leas' (Libros
Cúpula), es un sistema de etiquetado frontal que puntúa en una escala del 1 al
5 con letras y con colores. "En teoría, su uso se justifica para elegir el
producto más saludable comparado con otros de su categoría", añade.
Otro ejemplo son los cereales de chocolate infantil que
están calificados con una 'A' verde, que es la mejor valoración; mientras que
el aceite de oliva virgen extra comenzó valorado con una 'D' roja, es decir, un
alimento no apto, y posteriormente se modificó a una 'C' amarilla (ni bueno ni
malo).
Por eso, tal y como insiste, "no es un buen criterio de
selección" ya que, entre otros argumentos, considera que "confunde al
consumidor". De hecho, subraya Sorinas que hay
otras maneras de realizarlo, y pone el ejemplo del sistema de puntuación
chileno, "bastante más justo con la información que aporta al
consumidor".
Comemos peor de lo que pensamos
Otra de las denuncias de Sorinas
en su libro es que no comemos tan sano como pensamos y pone el ejemplo de las
galletas María: "Una de las cosas es abusar del consumo de galletas, que
consideramos que son sanas, porque nos lo han vendido así, e incluso forman
parte del desayuno estrella de los hospitales, pero es bollería industrial y
pueden tener más azúcar que un cruasán".
Otra ejemplo que apunta es la
proporción de alimentos que comemos a lo largo del día ya que, tal y como
defiende la creadora del proyecto 'Con Coco Nut' deberíamos comer un 50% de
vegetales y "casi nadie llega a ese porcentaje".
Igualmente, subraya que tomamos la fruta como zumo en muchas
ocasiones, porque se piensa que es sano, que es como comer fruta, si bien
alerta de que cuando licúas la fruta el azúcar se convierte en azúcar libre y
se comporta en el cuerpo igual que la de un refresco. "Por eso, siempre,
la fruta mordida y entera", destaca.
Por otro lado, menciona el consumo de huevos. ¿Cuántos crees
que puedes comer a la semana como máximo? Esta experta en nutrición revela que
estos se pueden ingerir a diario, "son súper nutritivos", y no
perjudican a nuestra salud. Así como el de los productos con etiqueta 'light'
que, tal y como señala, "ningún producto engorda o adelgaza por sí mismo,
sino que todo depende del conjunto de nuestra alimentación", y estos
productos 'light' "sólo significa que lleva menos calorías, azúcar, o sal,
si bien esto no significa que sea sano, ni que no sea calórico".
"Comemos peor de lo que pensamos y mucho porque hay
tantas modas y sobreinformación, y desinformación sobre nutrición que al final
el consumidor no sabe qué está bien o mal", lamenta esta
dietista-nutricionista. Por eso dice que acaba de publicar 'El libro que la
industria alimentaria no quiere que leas' (Libros Cúpula), un manual sobre las
medias verdades de la industria alimentaria para que compremos más o con los
principales mitos sobre nutrición.
Cuidado con los productos eco
Aconseja que lo mejor es comprar
productos sin etiqueta directamente, ir a comprar al mercado, aunque sostiene
que el problema es que al final necesitamos productos que nos hagan la vida más
fácil, y nadie dedica tanto tiempo al acto de comer.
También alerta de que "las versiones ecológicas no son
siempre las más sanas" y avisa de que por que contenga la etiqueta 'ECO'
no tiene por qué no ser un ultraprocesado: "Al
final compramos igualmente productos ultraprocesados
con ingredientes de mala calidad, pero ECO, y esto no tiene beneficios para la
salud. Hay muchos que no son saludables y que tienen la etiqueta ECO, como el
ejemplo de una crema de cacao y avellanas ECO, que lleva aceite de girasol
refinado y azúcar eco; son productos que por muy eco que sean llevan productos
de mala calidad como el azúcar, o las grasas de mala calidad; son productos que
confunden mucho al consumidor y hacen que se gaste mucho dinero".
Consejos para aprender a leer las etiquetas
Con todo ello, Andrea Sorinas
defiende que "si todos comprásemos materia prima, más en mercado, y menos
en supermercado, tampoco habría mucho problema", en este sentido y
probablemente comeríamos más sano; si bien el ritmo de vida actual y la falta
de tiempo nos lo impiden en muchas ocasiones, y vamos más a los grandes
almacenes a hacer la compra, donde es súper fácil tener acceso a los ultraprocesados.
En su opinión, aquí la solución es enseñar al consumidor a
identificar qué productos son saludables y cuáles no, y qué ingredientes evitar
en una etiqueta porque "existen productos de abrir y calentar y listo que
son saludables", pero el problema es que "pasan desapercibidos o
están mezclados entre los ultraprocesados que la industria
maquilla para que parezcan saludables como 'rico en fibra', 'digestive',
'light', o 'alto en proteínas'.
Pone el ejemplo de personas que pasan por la aplicación del
móvil para conocer si un producto es saludable o no a las galletas cuando, sean
como sean éstas, nunca serán sanas, ni un buen producto a escoger al tratarse
de un ultraprocesado, por ejemplo.
Entre otros trucos para leer etiquetas, esta
dietista-nutricionista pide fijarse en el grado modificación del producto y su
misión: "Un procesado saludable habrá recibido poca modificación y la
misión será alargar la vida útil del producto o seguridad alimentaria. Tanto
los ingredientes y aditivos tendrán este fin. Tienden a tener etiquetas cortas,
con nombres que identifican como saludables. Un acidulante o ácido cítrico, por
ejemplo"
Mientras que en los ultraprocesados
la finalidad que tienen es que "quieren ganar mucho dinero" con
ellos; se trata, según defiende, de productos "con ingredientes lo más
baratos posibles y lo más atractivos posibles para el consumidor"; pero en
realidad son productos "con mucha modificación" y, por ello, sus
etiquetas so