EUROPA
PRESS
22 mayo
2023
¿Cómo
sabemos si estamos en forma? Claves para lograrlo y por qué es tan importante
de cara a vivir más años
El principal problema de las sociedades
occidentales es que no se mueven y en consecuencia enfermamos. Vivimos más años
y en muchos casos peor, con peor calidad de vida porque, aunque nuestra
esperanza de vida haya aumentado, no nos cuidamos como para vivir con calidad.
"Hoy en día lo que tenemos es ya muchísima evidencia
científica de que quienes llevan una vida físicamente activa tienen una mayor
esperanza de vida y esto es porque disminuye la incidencia de enfermedades,
sobre todo de las relacionadas con nuestro estilo de vida y con el
sedentarismo, causa de muchas enfermedades que se pueden perfectamente
contrarrestar con el ejercicio físico habitual, y además durante toda la vida.
Aparte de que nos sienta bien hacer deporte y nos sentimos mejor y más
fuertes", defiende en una
entrevista con Infosalus el doctor Luis Serratosa, que es el jefe de la Unidad
de Medicina del Deporte de Olympia.
Recuerda este experto que las enfermedades cardiovasculares
son las de mayor mortalidad, sobre todo en los países más desarrollados, y es
donde el ejercicio físico claramente disminuye la incidencia de enfermedad y
mejora la situación de aquellos que las padecen.
Pero gracias al ejercicio, según prosigue este especialista
en Medicina Deportiva, hoy en día disminuye la incidencia de varios cánceres, y
de otras muchas patologías crónicas como la diabetes, la obesidad, o la
hipertensión arterial, entre otras. "La práctica regular de ejercicio
sabemos que disminuye la mortalidad, y mejora la esperanza de vida. Además,
ivimos con mayor calidad de vida porque todas estas patologías mejoran la
calidad de vida, relacionado con sustancias que el organismo segrega durante el
ejercicio y hace que los órganos funcionen mejor", añade.
Así, mantiene que primero, al hablar de ejercicio, debemos
contemplar varios parámetros "o los aspectos que conforman la receta
adecuada de ejercicio", como el tipo, la frecuencia, la intensidad y la
duración con la que los practicamos.
Serratosa añade que, en cuanto a la cantidad o duración del
mismo, ahí nos podemos apoyar en las recomendaciones de la OMS, que habla de,
al menos, toda persona mayor de 18 años debe realizar:
•
Entre 150 y 300 minutos de ejercicio a la semana, de una
actividad de intensidad moderada (caminar a unos 4 km/hora o incluso hacerlo en
zonas de cuestas, así como la práctica de ejercicios aérobicos, nadar,
bicicleta, trotar, remo, elíptica*) y distribuido a la semana.
•
Más otros 75 minutos de actividad intensa (ejercicio
aeróbico o de fuerza pero de mayor intensidad, caminar rápido a 6km/hora, por
ejemplo).
•
¿Lo idóneo en su opinión? Hacer combinaciones de las dos:
"Combinar sesiones de ejercicio de fuerza con material sencillo, por
ejemplo, con una goma elástica, nos puede mantener en buena forma, con esas
sesiones de ejercicio moderado o vigoroso antes mencionadas".
El mejor ejercicio: el que más nos gusta
Sobre el tipo de ejercicio, a juicio del jefe de la Unidad
de Medicina del Deporte de Olympia, lo más importante es que sea un ejercicio
que le gusta a quien lo practica porque así tenemos más probabilidad de que se
mantenga la práctica porque si no te gusta a la mínima podrás abandonar su práctica.
A su vez, aconseja que el mejor deporte para una persona
también dependerá de los problemas de salud que
mantenga el individuo, y señala, por poner un ejemplo, que quienes tenga
problemas de espalda pueden serles convenientes los ejercicios de Pilates, o la
natación.
"A mis pacientes en consulta les pregunto también qué
les gusta hacer, y cuál ha sido su relación a lo largo de la vida con el
deporte porque aquí descubres qué les pueden gustar más y adaptarlo a su agenda
diaria, que unos tienen más o menos tiempo. Siempre hay que intentar buscarse
la vida, y algunos pueden hacer ejercicio mientras van al trabajo, y en vez de
ir en coche hacerlo andando, o en transporte público, o aparcar más lejos para
andar un poco más", remarca.
Es más, insiste en que nuestro objetivo diario debe ser el
intentar buscar formas de movernos, de estar el menor tiempo sentados, tener
cierto grado de actividad durante la mayor cantidad de días posibles a la
semana y durante toda la vida: "Más importante que la intensidad a la hora
de hacer ejercicio es el mantenernos activos los más posible, y todos los años
de nuestra vida, el buscar excusas para levantarnos de la silla y esto es
importante según los estudios científicos".
En el caso de los niños habla de hacer mínimo una hora al
día de ejercicio físico, y de intensidad moderada, pero también ejercicio de
fuerza. En cuanto a las personas mayores, según prosigue el especialista de
Quirónsalud, a medida que se cumplen años toma mayor
importancia el no olvidar ejercicios de fuerza muscular, porque avisa de que
con la edad perdemos fuerza, los músculos se atrofian y de esta forma se
evitarán caídas o fracturas.
"Trabajar fuerza y ejercicios de equilibrio también
mejorará mucho la calidad de vida de nuestros mayores", apostilla.
Cómo sabemos que una persona está en forma
Con ello, el doctor Serratosa matiza que estar en forma
implica un conjunto de parámetros, no solo la fuerza o la resistencia en las
que siempre pensamos, de forma que hay que tener en cuenta: la resistencia, la
fuerza, el equilibrio, la flexibilidad, la movilidad articular y la agilidad.
En cuanto a nuestra capacidad de resistencia, habla del
tiempo que podemos mantenernos haciendo un determinado ejercicio y a una
intensidad normal, a ver cómo lo aguantamos. "Se trata de nuestra
capacidad aeróbica, de resistencia, o capacidad cardiorrespiratoria. Después,
está la fuerza y, para ello es necesario realizar ejercicios con peso, bien con
nuestro propio peso externo o con máquinas y gomas elásticas, que nos ayudan a
mejorar el concepto de fuerza muscular, haciendo series y repeticiones de las
mismas y determinados ejercicios de unos grupos musculares concretos",
añade.
También se encontraría el equilibrio, "importante
siempre" en opinión de este especialista en Medicina Deportiva, pero
especialmente en personas mayores: "Junto con la fuerza adopta más
importancia en el colectivo y la capacidad de quedarte, por ejemplo, apoyado
sobre una pierna en un espacio determinado de tiempo, o si puede levantarse sin
ayuda de la silla y cuántas veces puede hacerlo".
Sostiene en consecuencia que, cuanto mejor tenga esa persona
esos parámetros más en forma estará, aunque reconoce normalmente cuando se
hacen pruebas para conocer la condición física se recurre a pruebas de esfuerzo
como caminar en cinta o en bicicleta, pero también pruebas para valorar el
resto de aspectos, o tan sencillas en mayores como cuántas veces se puede
levantar sin apoyarse de una silla o recorrer cuantos metros en 6 o 12 minutos.
¿Podemos estar en forma sea la edad que sea?
Asimismo, el jefe de la Unidad de Medicina del Deporte de
Olympia mantiene además que segregamos determinadas sustancias al hacer
ejercicio y que estas influyen en todos los órganos del cuerpo, especialmente
sobre determinadas zonas del cerebro que permiten que este funcione mejor.
"De esta forma, cuando somos mayores siempre es importante el realizar
ejercicio y se nota. Es una experiencia que se puede vivir. Se nos aclaran las
ideas, se mejoran determinadas capacidades cognitivas básicas, o por ejemplo la
neuroplasticidad del tejido nervioso", resalta.
El deporte se puede hacer a cualquier edad, según destaca,
si bien aconseja ir adaptándose: "No puedo querer hacer las cosas que
hacía hace 20 años ahora con 60. Hay que buscar aquella actividad que nos guste
y nos siente bien en cada momento de nuestra vida, y no nos va a
perjudicar".
Por eso, ve muy importante también el tener una visita con
un especialista que aconseje sobre la actividad deportiva que se quiere hacer
porque a veces nos gustaría poder hacer un Trail de montaña con 60, pero estar
con cierto sobrepeso y a la larga esto ser contraproducente para nuestras
articulaciones, por ejemplo.
Considera igualmente antes de realizar cualquier deporte ver
los antecedentes familiares de enfermedades, la situación actual del paciente y
sus enfermedades, y valorar si necesita o no hacer pruebas de esfuerzo;
especialmente si se trata de la práctica de ejercicios de alta intensidad.