EL
MUNDO
3 marzo
2024
Autofagia:
¿el secreto de la longevidad está en comernos a nosotros mismos?
Boticaria García
Nuestro cuerpo, en sus "labores de
mantenimiento", tiene siempre puestas en marcha un montón de aspiradoras
tipo roomba que pululan sin descanso por todos sus
rincones. Estas roombas, como las de nuestros
hogares, se encargan de eliminar la basura que se va generando en el organismo.
Su misión es deshacerse de los compuestos potenciales
tóxicos que pueden dañar a nuestras células, como los restos de virus tras una
infección o las células defectuosas. ¿Dónde van a parar esos compuestos? Las roombas (también conocidas como autofagosomas) se encargan
de ello.
Reducir, reutilizar, reutilizar
Estas roombas además de ser un
sofisticado sistema de limpieza también se dedican al reciclaje: son capaces de
transformar los desechos que van recogiendo tanto en energía como en otras
moléculas que se pueden reaprovechar. Así van renovando las estructuras y de
propina, se retrasa el envejecimiento.
Por ejemplo, si nuestra roomba
particular engulle una proteína defectuosa la puede degradar en sus distintos
componentes. En el caso de una proteína, en los aminoácidos. Después, como si
se tratara de piezas de Lego, estas piezas pueden volver a utilizarse para formar una nueva proteína evitando tener que
sintetizarlas desde cero y ahorrando energía.
Aunque estas labores de mantenimiento tienen lugar de manera
permanente a baja intensidad, cuando hay una restricción calórica importante el
proceso de autofagia se pone las pilas para obtener recursos extra.
¿Y si la roomba falla?
Los fallos en el sistema de autofagia (por inactivación o
hiperactivación) pueden dar lugar a la aparición de enfermedades
neurodegenerativas, cardiovasculares, autoinmunes, metabólicas, diversos tipos
de cáncer y, específicamente, otros problemas relacionados con un mayor ritmo
de envejecimiento.
Por el contrario, y explicándolo de manera muy simple, la
ciencia nos dice que si mantenemos nuestras roombas
funcionando como un reloj, podemos vivir más y mejor.
¿Cómo podemos estimular a nuestras "roombas"
y potenciar la autofagia?
La forma más sencilla de inducir la autofagia es mediante la
restricción calórica y el ejercicio. Pero también se está investigando cómo
hacerlo mediante fármacos y miméticos de restricción calórica.
Hablamos de compuestos que, teóricamente, podrían imitar los
efectos antienvejecimiento que se consiguen mediante la restricción de
calorías, pero sin necesidad de reducir la ingesta calórica, en animales de
laboratorio y en algunos humanos.
Algunos son de origen natural y, entre otras cuestiones, de
aquí le viene la gloria a algún famoso polifenol como el resveratrol. Aunque
por ahora no podemos echar las campanas al vuelo y la píldora de la eterna
juventud está por llegar, de momento podemos centrarnos en lo que sabemos: no
comer demasiado puede ser un buen punto de partida.