EL MUNDO
22 septiembre 2011
Chequeo a las grasas
Laura Tardón
Pequeños cambios en la dieta bastan para reducir las grasas
saturadas. El riesgo de sufrir problemas cardiovasculares desciende hasta un
14%.
Aceite
de oliva en lugar de mantequilla, y mejor leche semi-desnatada
que entera. Pequeñas modificaciones en la dieta diaria logran reducir las
grasas saturadas y con ello el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares,
hasta un 14%. Así lo desvela una revisión que ha analizado la evidencia
científica que existe sobre el tema y en la que se han estudiado los datos de
más de 62.000 personas.
El
trabajo ha sido publicado en la revista 'Cochrane Collaboration', editada por una prestigiosa organización
internacional dedicada a revisar sistemáticamente la literatura científica.
Para
llegar a esta conclusión, un grupo de expertos de las universidades de Bristol
y Durham (ambas en el Reino Unido) analizó las
principales bases de datos médicas sobre el efecto que tiene la reducción o la
modificación de las grasas totales, saturadas e insaturadas (poliinsaturadas y monoinsaturadas)
en la mortalidad total, las muertes cardiovasculares, las enfermedades
coronarias, los accidentes cerebrovasculares y el
cáncer.
Ninguno
de los estudios revisados, que incluían la participación de más de 62.000
personas, demostró tener algún tipo de influencia sobre los anteriores aspectos
excepto en el riesgo de cardiopatía, que disminuía en un 14%. "De los
trabajos revisados, aquellos en los que se redujo la grasa total no tuvieron
ningún efecto sobre los eventos cardiovasculares. Sin embargo, sí se observaron
menos problemas coronarios cuando se rebajaban las grasas saturadas",
afirman los autores.
Efectivamente,
asevera Pedro Mata, presidente de la Fundación de Hipercolesterolemia Familiar
(FHF) y médico internista de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid,
"consumir menos grasas saturadas (procedentes de las carnes grasas o de la
mantequilla, por ejemplo), bien a través de su reducción o sustituyéndolas por
insaturadas (aceites vegetales excepto el de coco y el de palma), aminora el
colesterol entre un 10%-15%, reduce la presión arterial, mejora la sensibilidad
a la insulina y disminuye la susceptibilidad a la oxidación (el efecto
contrario podría producir daño en el endotelio vascular, aumentar el
envejecimiento y la tendencia a desarrollar tumores)".
Lo
que importa es la calidad de la grasa, aseguran los expertos. Como recuerda la
revisión, la dieta ideal debe contener un 30% de grasas. La proporción adecuada
consiste en que de ese 30%, "menos del 9% sean saturadas, entre el 15% y
el 20% monoinsaturadas (aceite de oliva) y menos del
7% poliinsaturadas (aceites de pescado, de soja,
girasol o maíz)", señala el doctor Mata.
No
se trata de prohibir alimentos, aclara el especialista, sino de intentar
"no tomar (o hacerlo sólo puntualmente) mantequilla ni quesos grasos,
evitar carnes grasas, disminuir el consumo de embutidos y procurar no consumir precocinados ni grasas vegetales de origen animal, muy
presentes en la bollería industrial". Por el contrario, es recomendable el
consumo de lácteos y derivados semidesnatados o
desnatados, carnes magras y entre tres y cinco cucharadas de aceite de oliva
virgen al día.
Intereses industriales
Teniendo
en cuenta que "los intereses de la industria de las grasas son tremendos,
incluso más importantes que los de las farmacéuticas", es importante estar
pendiente de los etiquetados que puedan llevar a confusión, como ocurre en
aquellos alimentos que tienen ‘grasas vegetales’. Al contrario de lo que pueda
parecer, no siempre son más saludables. De hecho, se pueden a estar refiriendo
a aceites de coco o de palma, que son grandes aliados del colesterol.
Dependiendo
del país y de los alimentos disponibles, las recomendaciones serán distintas.
En Inglaterra no tienen aceite de oliva sino de girasol y en países asiáticos
aconsejan el aceite de soja. "Lo que ocurre en este último caso es que lo
compensan porque no toman apenas alimentos de origen animal”, aclara el galeno.
En España, la recomendación sería el aceite de oliva virgen, “que aparte de ser
monoinsaturado, contiene antioxidantes".
¿Pero
cuánto tiempo es necesario mantener una dieta adecuada para obtener los
beneficios cardiosaludables? Después de recabar toda la información disponible,
los investigadores observaron que el efecto protector de una dieta con grasas
de calidad ejerce su papel a partir de los dos años de seguimiento.
Precisamente, como la mayoría de los trabajos examinados eran de un promedio de
estudio de seis meses, señala Pedro Mata, "para demostrar realmente el
efecto de las grasas en la salud cardiovascular, la mortalidad y el desarrollo
de cáncer, los estudios de la revisión deberían contar con un seguimiento de
unos cinco o seis años".