EL
MUNDO
7 octubre
2024
¿Por
qué se está desacelerando el aumento de la esperanza de vida?
Un estudio realizado en los países con
mayor esperanza de vida (España incluida) concluye que el aumento de este
indicador ha pisado el freno.
Vivir cien años. ¿Qué posibilidades tiene un niño que nace
hoy en cumplir el siglo? Pocas y cada vez menos, según un análisis que publica
hoy un grupo de investigadores estadounidenses. “Si la mayoría de las
personas planean vivir hasta los 100 años, tal vez quieran repensar su
planificación, ya que es probable que esto suceda solo en un pequeño segmento
de la población”, afirma S. Jay Olshansky,
profesor de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de Illinois de
Chicago, y comenta el cambio de paradigma con el que muchos conviven.
Para que esto suceda Olshansky
explica que “se requeriría mejoras aceleradas en la expectativa de vida,
y en realidad está ocurriendo el fenómeno exactamente opuesto”. Y esto es
así en todo el planeta. “Los países más ricos tienen la oportunidad de
experimentar mejores tasas de incrementos”, apunta. Al tiempo, matiza que
no se trata de nada nuevo, puesto que “ha sido así durante las últimas
tres décadas, y los datos observados demuestran que incluso en estos países, la
tasa se ha desacelerado. No hay forma de manipular las tendencias pasadas en la
mortalidad para favorecer grandes aumentos en la expectativa de vida en el
futuro. La evidencia es clarísima”.
El trabajo de análisis de datos que ha realizado el equipo
de Olshansky publicado en Nature
Aging, concluye que el aumento de la esperanza de
vida humana habría pisado el freno. Para ello han estudiado los datos de
mortalidad de las nueve regiones con las mayores expectativas de vida actuales
(entre ellas, Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Australia, Francia, Italia,
Suiza, Suecia y España) para compararlos con los de Estados Unidos entre 1990 y
2019. Los autores sugieren que los resultados tienen implicaciones importantes
para las políticas sociales, sanitarias y económicas.
Llegando al límite
Durante el siglo XX, las mejoras en la salud pública y la
medicina llevaron a aumentos de la esperanza de vida humana de alrededor de
tres años por década en las poblaciones longevas. Sin embargo, predecir cómo
evolucionará la esperanza de vida durante este siglo ha sido un tema de debate.
Algunas predicciones de la década de 1990 sugerían que las poblaciones longevas
se estaban acercando a un límite superior de la esperanza de vida, pero otras
predijeron que la mayoría de los niños nacidos en el siglo XXI vivirían hasta
los 100 años o más.
Las tasas de aumento acelerado de la esperanza de vida
observadas en el siglo XX se han desacelerado, especialmente después de 2010.
Los niños nacidos en los últimos años tienen una probabilidad relativamente baja
de llegar a los 100 años (5,3% de probabilidad para las mujeres y 1,8 % de
probabilidad para los hombres). La mayor probabilidad específica por país de
que los niños nacidos en 2019 sobrevivan hasta los 100 años se produjo en Hong
Kong, donde se espera que el 12,8 % de las mujeres y el 4,4 % de los hombres
alcancen los 100 años a lo largo de su vida. La cifra en nuestro país oscila de
media, entre hombre y mujeres, en un 3,2%. En Estados Unidos, el porcentaje de
cohortes de nacimientos en 2019 que se espera que vivan hasta los 100 años es
del 3,1% de mujeres y del 1,3% de hombres.
Sobre las cuestiones que llevan a esta desaceleración, Olshansky explica que el factor principal es que “el
proceso biológico del envejecimiento se ha convertido en el factor de riesgo
dominante para los supervivientes a edades más avanzadas, y el envejecimiento
biológico es actualmente inmutable”. Por ello, desgrana que “a
medida que la esperanza de vida al nacer aumenta más allá de los 80 años,
segmentos más grandes de cada cohorte de nacimientos quedan expuestos al
envejecimiento del cuerpo y la mente”.
Hábitos de vida
Preguntado por el contrapeso que ejercen los hábitos nocivos
de vida (tabaquismo, obesidad, sedentarismo... detrás de enfermedades no
transmisibles) frente a los avances médicos, el autor del estudio dice que
“también es cierto que los factores de riesgo conductuales nocivos
influyen en la tasa de mejora. Pero se cree que la razón de la desaceleración
es nuestra biología, no nuestro comportamiento”.
Con esto el profesor de la Universidad de Illinois pone una
serie de cambios necesarios. “Las compañías de seguros y los fondos de
pensiones a menudo incorporan "factores de mejora de la mortalidad"
en sus modelos de pronóstico; ahora será necesario reexaminarlos a la luz de
estas tendencias observadas. Muchas empresas y organizaciones creyeron que una
vida útil de 100 años sería algo común en la era moderna, pero es poco
probable”.
Olshansky y sus colegas sugieren que no
hay evidencia que sugiera que se haya producido o vaya a producirse una
prolongación radical de la vida en el siglo XXI y señalan que, si así fuera,
será necesario que se produzcan grandes cambios institucionales, incluso en la
planificación de la jubilación y en los precios de los seguros de vida.
Profundizar en las razones
Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía
y Demografía del CSIC, expone que “las conclusiones están respaldadas por
datos de la Human Mortality Database,
que son sólidos y usados como referencia en muchos trabajos sobre
mortalidad”. Sin embargo, Ramiro echa de menos que los autores
profundizaran más en las razones que están detrás de esos frenos al crecimiento
acelerado en la esperanza de vida. “Más en concreto, en las desigualdades
dentro de la misma sociedad en diferencias en esperanza de vida por nivel
educativo o por nivel socioeconómico que pueden marcar que la esperanza de vida
crezca a diferente ritmo en cada grupo de población”, apunta.