EUROPA
PRESS
17 febrero
2023
Dietas
bajas en FODMAPS: ¿sabes lo que realmente son y cuándo están indicadas?
Una dieta pobre en FODMAP, como su
propio nombre indica, es una dieta libre de Fermentables, Oligosacáridos,
Disacáridos, Monosacáridos y Azúcares Polialcoholes, según detalla la Fundación
Española de Aparato Digestivo (FEAD). Se trata de una dieta muy restrictiva ya
que gran parte de estos carbohidratos se encuentran en muchos elementos de
nuestra dieta. Por lo que siempre se recomienda que se realice bajo la
supervisión de un profesional sanitario.
Para conocerla un poco mejor y en qué casos podría estar
indicada entrevistamos en Infosalus a la doctora
Verónica Martín Domínguez, del servicio de Aparato Digestivo del Hospital
Universitario de La Princesa (Madrid), quien nos detalla que se trata de una
dieta baja en 4 carbohidratos (fructosa, fructanos, galactanos y polioles) presentes en muchos alimentos como
la fibra, las legumbres y los cereales.
"Estos son fácilmente fermentables por las bacterias de
nuestra microbiota intestinal, con la consiguiente producción de gases,
distensión, y en ocasiones de dolor abdominal. Estos carbohidratos a veces
pueden producir aumento del peristaltismo (mayor movimiento del tubo digestivo)
y diarrea", aclara.
En concreto, explica que la dieta baja en FODMAP, al
eliminar el sustrato o la comida de las bacterias, favorece a su baja
proliferación, es decir, si les damos menos comida tenemos menos bacterias, y
al tener menos bacterias tendremos menos gases. "En estudios se ha visto
que tras 4 semanas de seguimiento con Dieta baja en FODMAPS se produce un
aumento en heces de Bacteroides, Ruminococcus
y Faecalbacterium prausnitzii,
bacterias con una elevada capacidad fermentativa", afirma.
El problema es, según advierte esta especialista en Aparato
Digestivo, que estamos modificando la microbiota, disminuyendo tanto las
bacterias favorables o beneficiosas para el organismo, como las
Bifidobacterias, o las bacterias que producen butirato, pero también
incrementando las bacterias que degradan mucus, "lo cual tendría efectos
desfavorables; por ello, la dieta nunca se debe recomendar hacer a largo
plazo".
A juicio de la doctora Martín Domínguez es igualmente
importante tener en cuenta que las dietas bajas en FODMAP, al ser muy
restrictivas, pueden producir una reducción de la ingesta de ciertos
componentes dietéticos como el calcio y fibra. "En lo que respecta a la
fibra, esta es un sustrato importante para las bacterias del colon y los
productos de su fermentación no solo inhiben el crecimiento de bacterias poco
deseables, sino que también reduce la producción de ácidos grasos de cadena
corta, que son una importante fuente de energía para los coloncitos",
añade.
Para qué enfermedades suele recomendarse
Desde hace 10 años comenzó a generalizarse el uso de esta
dieta porque se vio que al eliminar de la dieta estos productos se producían
menos gases, indica esta especialista del Hospital Universitario La Princesa.
"Por lo que se ha ido incorporando en las guías de las principales
sociedades científicas, como tratamiento por ejemplo del Síndrome de intestino
irritable", apunta, una patología muy frecuente, que afecta hasta el 20%
de la población, caracterizada por dolor abdominal que se acompaña de diarrea o
de estreñimiento, o bien de ambos.
Hay que tener en cuenta, según prosigue la digestóloga, que la fermentación la lleva a cabo la
microbiota de nuestro intestino y es necesaria para poder absorber muchos de
los nutrientes contenidos en la dieta; por tanto, dice que las bacterias son
necesarias y tener gases es normal y sano. "El problema es cuando esta
producción de gases es excesiva o dolorosa", advierte.
Es más, la dieta baja en FODMAP se recomienda en pacientes
se quejan de distensión abdominal excesiva o hinchazón abdominal, con exceso de
flatulencia, o en el contexto o complemento del tratamiento del SIBO o
sobrecrecimiento bacteriano.
"Aunque parezca
fácil de identificar, a priori, en ocasiones se precisa la valoración de un
médico, ya que el problema no siempre es un exceso de gases. En ocasiones los
gases son producidos por alguna patología de base como la enfermedad celiaca
(intolerancia la gluten)", sostiene esta especialista.
Fases de la dieta
Con todo ello, esta experta aconseja hacerla de forma
estricta durante 4 semanas y posteriormente ir reintroduciendo alimentos
progresivamente, cada 3-5 días, durante unos 4 o 6 meses, hasta alcanzar una
dieta normal, según la tolerancia del paciente.
"Yo le recomiendo a los pacientes que, mientras
reintroducen los alimentos, hagan un diario en el que apunten si algo le sienta
mal, la cocción que hizo, o el tipo de preparación. No descartar los alimentos
a la primera, volver a intentar la reintroducción pasadas unas semanas, ya que
lo que queremos es readaptar la microbiota a la dieta, no la dieta a la
microbiota. Si queremos una microbiota sana, equilibrada y diversa tendremos
que hacer una dieta sana, equilibrada y diversa", insiste.
A su vez, mantiene que hay que tener en cuenta que la dieta
lo que busca es una modificación de la microbiota, y este proceso no ocurre de
la noche a la mañana, a veces la reintroducción, puede ser muy lenta, y en
ocasiones es difícil porque todos los alimentos que va
probando le van sentando mal al paciente.
"En este caso recomiendo no descartarlos por supuesto y
acudir a un nutricionista, para que les haga menús de reintroducción, hay
muchos disponibles. No hay que rendirse. Los cambios (como todo en la vida)
ocurren con esfuerzo y constancia. Lo fácil es dejar de comer, lo difícil es
hacer el proceso de readaptación de la microbiota, comiendo poco a poco más alimentos,
comer sano, sin frituras, ni alimentos procesados, y aprender a tolerar cierto
grado de gases que son normales", insiste esta doctora.
Qué alimentos formaría parte de una dieta baja en fodmap
En última instancia, esta especialista en Aparato Digestivo
del Hospital Universitario de La Princesa detalla que, entre otros, porque hay
muchos, serían componentes a prescindir en una dieta de estas características:
•
Fructanos: presentes en el ajo, en la
cebolla, y en el trigo.
•
Fructosa: en frutas, miel y jarabe de maíz con alto
contenido de fructosa.
•
Galactanos: se encuentran en frijoles y
legumbres.
•
Lactosa: en los lácteos.
•
Polioles: en frutas con semillas, como manzanas, aguacates o
cerezas y en alcoholes de azúcares.