EL MUNDO
21 diciembre 2011
¿Comer menos para
permanecer joven?
Cristina de Martos
Una reducción moderada de la cantidad de calorías que
ingerimos tiene, tal y como han demostrado varias investigaciones, efectos
positivos sobre la salud. Algunas de ellas sugieren que la restricción calórica retrasa el envejecimiento y previene la aparición
de enfermedades asociadas a él. Un trabajo publicado en 'Proceedings
of the National
Academy of Sciences' sugiere que la clave está en una molécula llamada
CREB1 pero los expertos reciben el hallazgo con cautela.
"Nuestros
resultados identifican por primera ver un importante mediador de los efectos de
la dieta sobre el cerebro", explica Giovambattista
Pani, del Instituto General de Patología de la
Universidad Católica del Sagrado Corazón (Roma, Italia). "El
descubrimiento tiene importantes implicaciones para el futuro desarrollo de
terapias para mantener nuestro cerebro joven y para prevenir el proceso de
envejecimiento", añade el principal autor del estudio.
Él
y su equipo han descubierto que CREB1, un factor presente en las neuronas y
otras células del cuerpo, se activa cuando el organismo está sometido a una
restricción calórica (ingesta energética de menos del
75%-70% de las necesidades diarias). Al aumentar su actividad, pone en marcha
varias moléculas relacionadas con la longevidad, como las sirtuinas.
Para
demostrar el papel mediador de CREB1 en la aparición de los beneficios de la
restricción calórica, los investigadores crearon
ratones que carecían de este factor. Tal y como esperaban, reducir las calorías
en el menú de estos roedores no provocó ningún efecto en su envejecimiento y
los animales desarrollaron los mismos problemas que aquellos sobrealimentados o
en edad avanzada.
Ampliando el saber sobre el envejecimiento
A
pesar del optimismo de los autores italianos, que confían en "encontrar
una manera de activar CREB1 a través de, por ejemplo, fármacos" y lograr
así "mantener el cerebro joven", sus hallazgos acerca de esta vía de
señalización en la que participa CREB1 son una pieza más en el gran puzzle del
envejecimiento.
Un
rompecabezas sobre el que se ha estudiado y teorizado mucho pero del que aún no
sabemos a ciencia cierta porqué existe y qué variables determinan exactamente
su evolución. De hecho, la mayor parte de los candidatos a fármacos para la
'eterna juventud' han sido descartados por la ciencia.
Como
explica a ELMUNDO.es José Ordovás,
director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EE.UU.), no se debe relacionar dieta y
envejecimiento a la ligera ya que "envejecimiento es un término peligroso
y mal definido. No es lo mismo que longevidad y no es lo mismo que
saludable".
"El
consumo energético del cerebro humano es muy importante y necesario y muy por
encima del de los primates no humanos y por supuesto del de los roedores",
añade este experto. Limitar la ingesta de calorías durante la infancia, por
ejemplo, "no creo que produzca ningún beneficio porque el cerebro humano, especialmente
en los primeros años, es un consumidor tremendo de energía". Así que,
concluye Ordovás, "mejor balance que exceso o
defecto".