EUROPA
PRESS
3 febrero
2023
El
aislamiento social, ¿factor de riesgo de la demencia?
La enfermedad de Alzheimer y las
demencias relacionadas (ADRD, por sus siglas en inglés) son una crisis de salud
pública cada vez mayor, con un coste global anual de más de un billón de
dólares. Cada vez hay más pruebas de que el aislamiento social está asociado a
un mayor riesgo de padecer este tipo de enfermedad, pero no se conocen tan bien
los vínculos entre el estilo de vida social y otros factores de riesgo
conocidos.
Los determinantes sociales del estilo de vida, incluido el
aislamiento social, están asociados a factores de riesgo de neurodegeneración,
según un nuevo estudio publicado esta semana en la revista de acceso abierto
'PLOS ONE' por Kimia Shafighi, de la Universidad McGill (Canadá), y sus
colegas.
En el nuevo trabajo, los investigadores estudiaron datos de
502.506 participantes del Biobanco del Reino Unido (UKBB) y de 30.097 personas
inscritas en el Estudio Longitudinal Canadiense sobre el Envejecimiento (CLSA).
Ambos estudios contaban con cuestionarios que incluían preguntas sobre la
soledad, la frecuencia de la interacción social y el apoyo social.
El estudio halló un amplio abanico de asociaciones entre
factores de riesgo de ADRD potencialmente modificables y tanto la soledad como
la falta de apoyo social.
Las personas que fumaban más, bebían alcohol en exceso,
sufrían trastornos del sueño y no participaban con frecuencia en actividades
físicas de ligeras a intensas, todos ellos factores de riesgo conocidos de la
ADRD, tenían más probabilidades de sentirse solas y de carecer de apoyo social.
Por ejemplo, en el CLSA, el aumento de la participación regular en ejercicio
físico con otras personas se asoció a una disminución del 20,1% en las
probabilidades de sentirse solo y del 26,9% en las de tener poco apoyo social.
Los factores de salud física y mental previamente
relacionados con las ADRD, como las enfermedades cardiovasculares, las
deficiencias visuales o auditivas, la diabetes y los comportamientos neuróticos
y depresivos, también se asociaron con el aislamiento social subjetivo y
objetivo.
En el UKBB, por ejemplo, la dificultad para oír con ruido de
fondo se correspondía con un aumento del 29,0% en las probabilidades de
sentirse solo y del 9,86% en las probabilidades de carecer de apoyo social. Las
probabilidades de sentirse solo y de carecer de apoyo social también eran 3,7 y
1,4 veces mayores, respectivamente, en función de la puntuación de neuroticismo
del participante.
Los autores concluyen que el aislamiento social, que puede
modificarse más fácilmente que los factores de riesgo
genéticos o de salud subyacentes, podría ser un objetivo prometedor para
la acción clínica preventiva y las intervenciones políticas.
Y añaden que, "dado el impacto incierto de las medidas
de distanciamiento social impuestas por COVID-19, nuestros hallazgos subrayan
la importancia de investigar el efecto multiescala del aislamiento social para
informar las intervenciones de salud pública para la ADRD".