EL MUNDO
2 febrero 2011
De todo en plato de
postre
José Mª Ordovás*
ELMUNDO.es comienza una serie de artículos que
le ayudarán a comer mejor. La primera clave de nuestro especialista: variedad y
poca cantidad.
Ésta
quizá sea una de las frases más conocidas de quien tuve la fortuna de tener
como mentor, Francisco Grande Covián. En ella
describe sucintamente la esencia de la nutrición sana: comer con variedad, lo
cual previene las deficiencias nutricionales; pero con moderación, lo cual
evita los excesos calóricos que son la principal causa del problema de obesidad
en el que se encuentra inmersa nuestra sociedad.
Había
otra frase que nuestro ilustre asturiano también utilizaba muy a menudo y que
demuestra su humildad innata y cautivadora: "como usted sabe...".
Honestamente, el 99% de las veces, no, no lo sabía y lo que venía a
continuación era para mí un descubrimiento más de su conocimiento de carácter
renacentista 'davinciano'. Pero quizá en esa frase
está la raíz de uno de los mayores problemas de la nutrición como ciencia, que
'todos sabemos'.
Nunca
nos atreveríamos a discutir de física nuclear sin ser del gremio, pero cuando
se trata de nutrición, todos somos expertos, quizá porque pensamos que la
práctica diaria nos autoriza a serlo más que la teoría y los diplomas.
Sin
embargo, la nutrición es una de las áreas de la ciencia más complicada que
existen. Primero, no conocemos nuestros alimentos. De nuevo, tal como decía
Grande Covián, incluso la humilde patata contiene
miles de compuestos químicos, algunos de ellos desconocidos; y, además no
debemos olvidar que hay más de tres mil variedades de patatas cultivadas cada
una de ellas con sus características propias.
Si
multiplicamos esto por el número de alimentos que cada día ponemos en nuestra
boca, y añadimos los procesados industriales a los que muchos de ellos son
sometidos, podemos fácilmente deducir que saber exactamente lo que comemos
podría considerarse el 'decimotercer trabajo de
Hércules'. Y, en este caso, a diferencia de los otros doce que pudo completar,
el griego probablemente fracasaría.
Individuos diferentes
En
segundo lugar, cada uno de nosotros somos diferentes. Incluso los gemelos
idénticos, que son genéticamente exactos, desarrollan con el tiempo diferencias
epigenéticas que los van haciendo diferentes en
términos de su interacción con el ambiente, dieta incluida. Es decir, cada
individuo es diferente en términos de cómo va a responder al consumo de una
dieta específica.
Esto
no es un descubrimiento del siglo XXI, sino que lo podemos encontrar ya
descrito por el filósofo y poeta romano Tito Lucrecio
Caro en su 'De Rerum Natura': "Lo que para unos
es comida, para otros es amargo veneno".
Creo
que esto demuestra ampliamente la complejidad de la nutrición como ciencia y
explica en parte los vaivenes que las recomendaciones oficiales sobre lo que
significa una dieta saludable para la población han experimentado con el paso
del tiempo (recordemos los cambios de 'malos a 'buenos' han sufrido que ciertos
alimentos, como el aceite de oliva o los pescados grasos).
Este
hecho debería servir de disuasión para seguir las recomendaciones 'eruditas'
que vienen de nuestros amigos/amigas, vecinos/vecinas porque la dieta que
funciona para ellos no tiene por qué funcionar para nosotros.
De
ahí que una de las áreas más prometedoras de la investigación nutricional esté
en la alimentación personalizada, basada en nuestros genes, también conocida
como nutrigenómica. Sin embargo, todavía nos queda
mucho por aprender al respecto. Mientras esperamos las soluciones de la alta
tecnología y el saber, utilicemos para conseguir una nutrición saludable, algo
tan antiguo que parece que ya se ha desgastado por su
uso y poco nos queda: el sentido común. Y, si hace falta, hagámoslo como nos
instruía el maestro: comer de todo en plato de postre.