EL MUNDO
30 octubre 2011
Ellos también se dan
atracones
Ángeles López
Un estudio muestra la incidencia de estos trastornos en los
varones. Las personas con este problema tienen menos rendimiento laboral. El
tratamiento se orienta a mejorar el control con la alimentación.
Si
es de los que se pasan todo el día picando, o de los que, al llegar la noche,
se da una opípara cena con alimentos hipercalóricos y
no puede dejar de comer, quizás tenga un trastorno de la alimentación. Si, por
ser hombre, no ha pensado nunca que esto pueda ser un problema, a pesar de
tener sobrepeso u obesidad, no se engañe, debería consultar con un médico. Los
trastornos por atracón, aunque son más frecuentes entre las mujeres, también
afectan a los varones. Sin embargo, son pocos los estudios que incluyen al
género masculino cuando se trata de analizar estas alteraciones de la
nutrición. Esto es lo que denuncia un estudio, publicado en la revista 'International Journal of Eating Disorders',
en el que también se muestra cómo afectan estos trastornos al rendimiento
laboral.
Son
difíciles de reconocer, porque cuando una persona se da un atracón de comida no
suele pensar que tenga un problema. Sin embargo, a diferencia de la anorexia o
la bulimia, ésta es una enfermedad de adultos. "Explorar su incidencia en
la población es difícil. Habitualmente se producen por haber realizado una
dieta restrictiva o de aquellas que contienen sólo un alimento. Ése es el
factor precipitante", señala Luís Beato, jefe de Sección de la Unidad de
Trastornos Alimentarios del Hospital General de Ciudad Real.
Se
considera que una persona tiene un trastorno por atracón cuando recurrentemente
tiene una ingesta excesiva de comida, con un alto contenido calórico
(normalmente carbohidratos) en ausencia de una conducta compensatoria, como el
vómito, el empleo de laxantes o el ayuno, típicos de la bulimia o la anorexia.
Normalmente está asociado a los cuadros de ánimo, como ansiedad o estrés, que
la persona calma con la comida. La ingesta produce estimulación del sistema
parasimpático que produce un efecto sedante. "Y los alimentos más
gratificantes son los que tienen hidratos de carbono, porque son los que mejor
se absorben y pasan antes a la sangre, por lo que sacian más", explica
Beato.
Existen
diferentes modalidades de este trastorno. "Por un lado está la ingesta
compulsiva, que se caracteriza por picar durante todo el día. Otra versión es
la ingesta por descontrol, que es cuando planificas comer algo y acabas
comiendo más de lo previsto. Y luego está la ingesta nocturna, que es la más
difícil de tratar porque el paciente no es consciente de que se levanta por la
noche y come, es similar a un trastorno del sueño, la persona está como
sonámbula e ingiere lo que no se permite comer durante el día", aclara
este psiquiatra.
Menos rendimiento laboral
Aunque
las que acuden a la consulta suelen ser en su mayoría mujeres, este problema
también afecta a los hombres. Tal y como explica Ruth R. Striegel,
de la Universidad Wesleyan (Connecticut,
EE.UU.) y autora del estudio mencionado, "los trastornos por atracón están
estrechamente relacionados con la obesidad y el exceso de peso al igual que con
el inicio de hipertensión, diabetes y alteraciones psiquiátricas. Sin embargo,
la mayor parte de la evidencia sobre el impacto de los atracones está basada en
muestras femeninas, como la mayoría de los estudios sobre trastornos de la
alimentación, que reclutan a mujeres".
Por
este motivo, la Dra. Striegel ha llevado a cabo su
trabajo con la participación de 21.743 hombres y 24.608 mujeres que completaron
un cuestionario sobre comportamientos y actitudes relacionados con la salud y
sobre su funcionamiento psicosocial. El riesgo de
sufrir un trastorno por atracón se midió utilizando cuatro preguntas:
"¿Alguna vez come algo que otros consideran inusualmente una gran cantidad
de comida?; ¿en el pasado mes, sintió haber perdido el control con la comida?;
¿cuántas veces ha comido algo que otras personas consideran una cantidad
exagerada?; ¿en el último mes, cuántas veces ha perdido el control con la
alimentación?".
Tras
analizar los datos, los investigadores detectaron que el 7,5% de los hombres y
el 11,19% de las mujeres sufrían un trastorno por atracón. Estas personas
tenían más sobrepeso u obesidad que el resto de los participantes y se encontró
también una mayor, aunque moderada, incidencia de depresión y estrés, sobre
todo en las mujeres. Otro factor que sí que tuvo una fuerte asociación con los
problemas de alimentación fue la pérdida de días de trabajo debido a enfermedad
y la disminución de la productividad laboral, algo que afectó sobre todo a los
varones.
"Más
allá de los problemas de depresión, ansiedad y obesidad, el trastorno por
atracón también está asociado con un deterioro en el rendimiento laboral [...]
Se necesitan campañas de Salud Pública para incrementar la concienciación sobre
el deterioro psicosocial asociado con estos
trastornos y valorar las actitudes negativas o falsas ideas sobre el trastorno
por atracón y su tratamiento", señalan los autores.
Además,
las personas que tienen este problema deben saber que existen tratamientos
eficaces. Así lo demuestran diferentes investigaciones sobre este tema, la
última, publicada en 'Behaviour Research
and Therapy', ha sido
realizada por especialistas del Departamento de Psiquiatría de las
universidades de Yale y de Pennsylvania
(EE.UU.). En este estudio se constata que establecer
un programa terapéutico consistente en sesiones de terapia cognitiva y una
dieta baja en calorías, logra una remisión de este trastorno y una pérdida de
peso en al menos el 30% de los pacientes que lo siguen.
En
nuestro país se está aplicando algo similar, un tratamiento orientado a
aumentar el control de la persona sobre su alimentación y a incorporar unos
hábitos de ejercicio en su vida. Como señala Beato, "sabemos que hay que
evitar el efecto yo-yo de las dietas. Lo mejor es que la dieta y la actividad
física sean compatibles con su vida".
Para
las personas que picotean todo el día, se plantea la ingesta de cinco o seis
comidas al día, sin pasar más de tres horas entre ellas, para retrasar el
estímulo de gratificación que obtienen con el atracón. Se trata de aumentar el
control de la persona sobre su alimentación, y con ello su autoestima. "Si
consigue esto empezará a incorporar hábitos como la ingesta de verduras, la
toma de desayunos completos, etc. Cuando ocurre esto, el paciente no tiene la
sensación de alimentos prohibidos. Lo importante es no obsesionarse con la
pérdida de peso, entonces será, precisamente, cuando empiece a perder
peso", aclara este especialista.