EUROPA
PRESS
16 febrero
2023
Un
antiguo instinto humano para encontrar alimento podría estar detrás del
Alzheimer
Un antiguo instinto humano de búsqueda
de alimentos, alimentado por la producción de fructosa en el cerebro, podría
dar pistas sobre el desarrollo y el posible tratamiento de la enfermedad de
Alzheimer, según un estudio del Campus Médico Anschutz
de la Universidad de Colorado (Estados Unidos).
La investigación, publicada en la revista científica 'The American Journal of Clinical Nutrition', ofrece una
nueva forma de ver esta enfermedad caracterizada por acumulaciones anormales de
proteínas en el cerebro que erosionan lentamente la memoria y la cognición.
"Defendemos que la enfermedad de Alzheimer depende de
la dieta", ha explicado el autor principal del estudio, Richard Johnson,
quien añade que el Alzheimer es una adaptación perjudicial de una vía evolutiva
de supervivencia utilizada en animales y en nuestros antepasados lejanos en
épocas de escasez.
Un principio básico de la vida es asegurar suficiente
comida, agua y oxígeno para sobrevivir. Se ha prestado mucha atención a las
respuestas agudas de supervivencia a la hipoxia y la inanición. Sin embargo, la
naturaleza ha desarrollado una forma inteligente de proteger a los animales
antes de que se produzca la crisis.
Cuando se veían amenazados por la posibilidad de morir de
hambre, los primeros humanos desarrollaron una respuesta de supervivencia que
les llevaba a buscar comida. Sin embargo, la búsqueda sólo es eficaz si se
inhibe el metabolismo en varias partes del cerebro.
La búsqueda de alimentos requiere concentración, evaluación
rápida, impulsividad, comportamiento exploratorio y asunción de riesgos. Se
mejora bloqueando todo lo que se interpone en el camino, como los recuerdos
recientes y la atención al tiempo. La fructosa, un tipo de azúcar, ayuda a
amortiguar estos centros, lo que permite enfocarse más en la recolección de
alimentos.
De hecho, los investigadores descubrieron que el metabolismo
de la fructosa ponía en marcha toda la respuesta de búsqueda de alimento, tanto
si se ingería como si se producía en el organismo. El metabolismo de la
fructosa y de su subproducto, el ácido úrico intracelular, era fundamental para
la supervivencia tanto de los humanos como de los animales.
Los investigadores observaron que la fructosa reduce el
flujo sanguíneo a la corteza cerebral del cerebro implicada en el autocontrol,
así como al hipocampo y al tálamo. Mientras tanto, el flujo sanguíneo aumentaba
alrededor del córtex visual asociado a la recompensa alimentaria. Todo ello
estimuló la respuesta de búsqueda de comida.
"Creemos que inicialmente la reducción del metabolismo
cerebral dependiente de la fructosa en estas regiones era reversible y estaba
destinada a ser beneficiosa. Pero la reducción crónica y persistente del
metabolismo cerebral impulsada por el metabolismo recurrente de la fructosa
conduce a una atrofia cerebral progresiva y a la pérdida de neuronas con todas
las características de la Alzheimer", ha apuntado Johnson.
El investigador sospecha que la respuesta de supervivencia,
lo que él llama el "interruptor de la supervivencia", que ayudó a los
antiguos humanos a superar periodos de escasez, está ahora atascada en la
posición 'on' en una época de relativa abundancia.
Esto lleva a comer en exceso alimentos ricos en grasas, azúcar y sal, lo que
provoca una producción excesiva de fructosa.
Según el estudio, la fructosa producida en el cerebro puede
provocar inflamación y, en última instancia, la enfermedad de Alzheimer. Los
animales a los que se administra fructosa muestran fallos de memoria, pérdida
de la capacidad para recorrer un laberinto e inflamación de las neuronas.
"Un estudio descubrió que si se mantiene a las ratas de
laboratorio con fructosa el tiempo suficiente, desarrollan proteínas tau y beta
amiloide en el cerebro, las mismas proteínas que se observan en la enfermedad
de Alzheimer. También se pueden encontrar altos niveles de fructosa en los
cerebros de las personas con Alzheimer", ha sostenido Johnson.
El investigador sugiere que la tendencia de algunos
pacientes con Alzheimer a deambular podría ser un vestigio de la antigua
respuesta de búsqueda de alimento.
Según el estudio, se necesita más investigación sobre el
papel de la fructosa y el metabolismo del ácido úrico en la Alzheimer.
"Sugerimos que se realicen ensayos tanto dietéticos como farmacológicos
para reducir la exposición a la fructosa o bloquear su metabolismo a fin de
determinar si existe un beneficio potencial en la prevención, el control o el
tratamiento de esta enfermedad", concluye Johnson.