EUROPA
PRESS
14 septiembre
2023
Cómo
contribuyen las infecciones al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer
Investigadores de la Facultad de
Medicina de Universidad Drexel, en Estados Unidos, han recabado más pruebas a
la posibilidad de que el desarrollo de un patobioma en el cerebro pueda causar
algunas formas de Alzheimer y demencias relacionadas, según publican en la
revista 'Frontiers in Cellular and Infection Microbiology'.
El microbioma humano incluye el material genético de más de
100 billones de microorganismos diminutos, hongos, levaduras, bacterias e
incluso virus, la mayoría de los cuales merodean por nuestro tracto
gastrointestinal como guardianes de nuestra salud. Pero cuando un microbioma
sano da paso a un desequilibrio, un patobioma, pueden producirse numerosos
problemas de salud, desde artritis reumatoide hasta vaginosis bacteriana.
Cuando los biomas se vuelven insalubres, ya sea por la
invasión de patógenos externos o por un cambio importante en el número relativo
de especies microbianas presentes, se produce una disbiosis o desequilibrio en
la microbiota. Esta disbiosis puede alterar el metabolismo humano y causar
inflamación, que se ha relacionado con el daño tisular observado en la colitis
ulcerosa, la artritis reumatoide y muchas otras enfermedades inflamatorias
crónicas.
Los investigadores de Drexel estudiaron 130 muestras de
cerebros donados de 32 personas (16 con Alzheimer y 16 controles de la misma
edad sin la enfermedad) y hallaron flora bacteriana en todos los cerebros, pero
los cerebros con Alzheimer mostraban perfiles bacterianos muy diferentes a los
de los controles de la misma edad.
El grupo utilizó la secuenciación genética del ARN
ribosómico 16s de longitud completa, una técnica que permite detectar todas y
cada una de las especies bacterianas presentes en una muestra. En este proceso,
los investigadores identificaron conjuntos de bacterias específicos de la
enfermedad en casi todos los cerebros afectados por el Alzheimer, lo que
sugiere que estos grupos de bacterias son fuertes predictores de la enfermedad.
Detectaron cinco microbiomas cerebrales, cuatro de los
cuales se supone que estuvieron presentes en distintos momentos de la evolución
de los cerebros afectados por el Alzheimer. Según los autores, es probable que
los microbiomas observados en el Alzheimer evolucionen y se vuelvan más
patógenos a medida que avanza la enfermedad, caracterizándose las últimas fases
como un patobioma.
La hipótesis de los autores es que el cerebro comienza con
un bioma sano, pero a medida que se desarrolla la enfermedad, el bioma sano es
suplantado por un nuevo conjunto de microbios que sustituyen a los sanos
originales, con la eventual aparición del patobioma del Alzheimer.
Las muestras de ambos conjuntos de muestras cerebrales se extrajeron
de los lóbulos frontal y temporal y del córtex entorrinal. Basándose en la
distribución aleatoria de los microbiomas que requerían suministro por todo el
cerebro, los resultados eran coherentes con un fallo en una o más de las redes
cerebrales.
Sin embargo, es demasiado pronto para saber si los patrones
de distribución observados son el resultado de una barrera hematoencefálica
permeable, del sistema glinfático del cerebro o de la transmisión sinaptonemal
que permitió la entrada en el cerebro de bacterias como 'Cutibacterium acnes'
(antes llamada 'Proprionibacterium acnes'), 'Methylobacterium', 'Bacillus',
'Caulobacter', 'Delftia' y 'Variovora'.
Los investigadores observaron que, en las muestras de
cerebro con Alzheimer, estas bacterias patógenas parecían haber superado y
sustituido a las bacterias 'Comamonas sp.', asociadas a un cerebro sin
demencia.
"Quizá la destrucción de las bacterias Comamonas, que
forman parte de un microbioma cerebral sano, sea la primera señal de una
demencia inminente, comenta el doctor Garth D. Ehrlich, profesor de la Facultad
de Medicina y autor principal del estudio. Ahora estamos formulando las
preguntas que guiarán futuros estudios, pero las hipótesis son muchas. El
culpable podría ser una bacteria u otra cosa, como hongos, parásitos o virus,
al mismo tiempo".
Cuando un paciente tiene Alzheimer, experimenta una
inflamación en el cerebro caracterizada por depósitos de beta amiloide que se
forman por un aumento de la producción del péptido Abeta (un péptido
antimicrobiano, que forma parte de la respuesta inmunitaria innata) que da
lugar a placas amiloides en el cerebro.
Del mismo modo, el Alzheimer se caracteriza por los ovillos
de proteína tau que se encuentran con las células y que se caracterizan por una
fosforilación anormal que, en última instancia, conduce a la destrucción de
sinapsis y neuronas, pero que también se ha demostrado que ayudan a detener la
propagación de patógenos en el cerebro.
Estas patologías orientadas a las proteínas, conocidas como
la "hipótesis de la cascada amiloide", han sido el principal foco de
atención de la investigación sobre el Alzheimer durante décadas.
Recientemente, algunos estudios están cuestionando ese
modelo al sugerir un papel de las bacterias, los hongos y los virus, así como
de la inflamación del sistema inmunitario y del cerebro, lo que algunos
investigadores denominan la "hipótesis de los patógenos".
"Múltiples estudios han demostrado la presencia de
bacterias en los cerebros afectados por el Alzheimer, afirma el doctor Jeffrey Lapides,
profesor adjunto de la Facultad de Medicina y autor principal del estudio.
Quizá las placas, cuyos componentes tienen propiedades antimicrobianas in
vitro, no sean la causa directa del Alzheimer, sino una respuesta a las
bacterias presentes en el cerebro -algunas benignas, otras patógenas, quizá
causantes de daños que aún no han dado lugar a déficits cognitivos, lo que las
convierte en parte del patobioma".
Este conjunto único de bacterias hallado en los cerebros
afectados por el Alzheimer también se encuentra comúnmente en cerebros
afectados por la enfermedad Este conjunto único de bacterias hallado en los
cerebros afectados por el Alzheimer también se encuentra comúnmente en cerebros
afectados por la enfermedad
El siguiente paso de esta investigación, según los autores,
es estudiar las posibles contribuciones de otros microbios y averiguar qué
ocurrió, fisiológicamente, en el cerebro para que este microbioma cambiara con
el tiempo.
"El desarrollo del Alzheimer y otras demencias es
complejo y probablemente implica la interacción de muchos sistemas, explica
Ehrlich. Soy partidario de que cuantas más infecciones haya en el cerebro,
mayor será el riesgo de Alzheimer. Hay muchos patógenos que probablemente
aumentan el riesgo. Este patobioma no es toda la respuesta, pero es una pieza
del rompecabezas".
Según el equipo, la localización exacta de las bacterias
problemáticas dentro del cerebro también es una cuestión abierta. Los
investigadores necesitan saber con más precisión dónde están las bacterias para
comprender mejor el papel que desempeñan.
Los autores descubrieron que cuando un patobioma no
saludable se localiza en el lóbulo frontal, la probabilidad de que aparezca la
enfermedad de Alzheimer es muy alta. Es menos probable que se desarrolle en el
lóbulo temporal.
A pesar de las muchas incógnitas, los autores afirman que se
trata de un importante paso adelante en el estudio del microbioma. "La
fuerza de nuestro trabajo radica también en combinar una tecnología de
secuenciación revolucionaria y los enfoques estadísticos más avanzados e
innovadores", afirma el autor principal, el doctor Yves Moné, investigador
asociado de la Facultad de Medicina.
"El análisis de datos del microbioma es notoriamente
difícil sin ningún patrón de oro y este trabajo podría contribuir
significativamente al campo del análisis de datos del microbioma",
concluye.